Page 8 - Anuario2022
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Hermanas y hermanos en Cristo:
En el pensamiento de los hermanos siempre quedará el triste recuerdo por los difíci-
les momentos vividos de una pandemia que ha golpeado a todo el mundo y que nos
ha cambiado en mayor o menor dimensión nuestras vidas. Nos hemos acostumbrado
a convivir con situaciones jamás imaginada y a la vez nunca deseada. La enfermedad,
la muerte y el dolor que todavía acompaña nuestras almas por tantas personas que se
fueron sin despedida, nos ha mostrado la debilidad del hombre.
Cierto es que aún nos queda un largo camino por recorrer, pero el paso del tiempo nos ha
permitido ver cómo la ciencia se ha puesto de nuestro lado y nos ha facultado para observar un
horizonte algo más optimista. Pero, además el cristiano siempre va a tener una útil y poderosa herramienta: la gracia de la
fe, la manifestación de la gracia de Dios como don que Él nos concede. En palabras de San Josemaría Escrivá de Balaguer,
¡qué pequeños resultan los designios humanos cuando intentan alterar lo que Nuestro Señor ha establecido! Y es que la
providencia es también la voluntad de Dios, que imprime a cada cosa la dirección que le corresponde. Los pensamientos de
Dios están por encima de nuestros pensamientos dice la Escritura. Por todo esto, confiar en el Señor es tener fe a pesar de
las dificultades, yendo más allá de las apariencias. Cuando el cristiano vive de fe, con una fe que no sea mera palabra sino
realidad de oración personal, nuestra seguridad en Él se manifiesta en alegría, en libertad interior.
Por tanto, ¡Qué importancia tiene la principal misión de los católicos en nuestras vidas: evangelizar!, y aún más en una
sociedad tan secularizada como en la que nos movemos. Debemos tener claro que hay caminos que van a la deriva con una
nueva organización social que desafía constantemente nuestro pensamiento católico donde los medios masivos de comuni-
cación juegan un papel fundamental en la formación y transmisión de la cultura a implantar a la sociedad.
Partiendo de nuestra fe, los católicos debemos reaccionar mediante la transformación personal a nuestra libre recepción
del don de Dios y su Palabra. Urge recuperar y presentar una vez más el verdadero rostro de la fe cristiana que no es sino
un conocimiento de Cristo vivido personalmente, una verdad que debemos hacer vida. Tal conversión produce un estilo
de vida que es necesario compartir con nuestros hermanos donde van a florecer virtudes como el amor, justicia, esperanza,
solidaridad, caridad… y, por tanto, argumentos garantes para sobrellevar situaciones comprometidas.
Como manifesté anteriormente, el paso del tiempo nos está permitiendo ver un horizonte más claro y con más
ilusión. En la mente de todos está volver a la normalidad, volver a lo que estamos acostumbrado a vivir y compartir. En los
Plenarios que celebramos en el Palacio Arzobispal, las indicaciones son positivas para que la próxima Semana Santa la po-
damos vivir con nuestras hermandades celebrando sus estaciones de penitencia con el fervor y pasión que acostumbran los
hermanos y poder contemplar una primavera más la hermosa imagen del Santísimo Cristo de la Salud y la de su Bendita
Madre la Santísima Virgen de la Victoria por las calles de Coria. Pero debemos ser disciplinados y responsables y serán la
autoridad eclesiástica y sanitaria las que vayan estableciendo la hoja de ruta a seguir.
A los hermanos de nuestra querida Hermandad os invito a participar de cuantos actos organiza su Junta de
Gobierno, especialmente de sus cultos para crecer espiritualmente y así estar cercano a Nuestra Madre la Santísima Virgen
María en su Victoria y Nuestro Padre el Santísimo Cristo de la Salud que por amor entregó su vida para nuestra salvación,
pues un mundo divorciado de quien lo creó y redimió, inevitablemente tiene un mal final. Finalizo mi escrito con estas
bellísimas palabras de cartas anteriores… hermanos, no busquemos agradar al mundo sino a Dios.
Sebastián Ortega Pérez
Presidente del Consejo General de Hermandades y Cofradías.